Vivimos tiempos convulsos, de eso no cabe dudar. Llevamos muchos años con muchas asociaciones sentadas y reivindicando derechos por todas partes. Incluso, hay oenegés -al margen de las de la Iglesia que piden a los demás para hacer obra como si fuera propia-- que recriminan a quien, qui en nuestro país, hable de rumanos, gitanos u otras etnias que,a decir verdad, no son, generalmente, ningún dechado de virtudes, y ponen el grito en el cielo llamando racistas, xenófobos y otras lindezas por el estilo.
Y bien, los medios de información --que con bastante frecuencia nadan y guardan la ropa--cuando publican alguna noticia relativos a sucesos deplorables, la misma tiene a menudo protagonistas de países que, en lo que se sabe, aquí en el nuestro, dejan bastante que desear. Eso cuando tienen país reconocido, que no siempre. Así, pues, son protagonistas muy a menudo de actos delictivos, incluso actos en los que la sangre y la muerte es lo predominante.
Es posible, pues, que por decir esto uno resulte racista y no sé qué otras cosas más; pero la realidad está ahí, latente y presente. Quien cae son los payos, no los otros, porque los otros, como a menudo consta, son los que disparan. Tal se ha visto ayer en la localidad de El entrego, Asturias, donde un joven de 25 años fue abatido sin contemplaciones por uno o dos sujetos de etnia distinta. ¿Quiénes son los racistas? ¿Quién, en este país que concede tantos derechos al delincuente como al honrado, se permite circular sin permisos de conducir, sin revisión de vehículos, sin tarjeta de seguro y sin otras obligaciones que a los otros, a los contribuyentes, no se les permite y, porque no se les permite, lo pagan caro si se les descubre sin ninguna de estos requisitos ?
¿Hay que seguir hablando de racismo? Porque si hay que seguir hablando de tal cosa, habría que hablar de lo que hay, de verdad, en este país, que no sé si es de charanga o de qué es. Pero aquí, a las leyes, les tienen tomada la medida demasiados individuos, por eso ocurre lo que ocurre y son más privilegiados los "hunos" que los otros.
Y bien, los medios de información --que con bastante frecuencia nadan y guardan la ropa--cuando publican alguna noticia relativos a sucesos deplorables, la misma tiene a menudo protagonistas de países que, en lo que se sabe, aquí en el nuestro, dejan bastante que desear. Eso cuando tienen país reconocido, que no siempre. Así, pues, son protagonistas muy a menudo de actos delictivos, incluso actos en los que la sangre y la muerte es lo predominante.
Es posible, pues, que por decir esto uno resulte racista y no sé qué otras cosas más; pero la realidad está ahí, latente y presente. Quien cae son los payos, no los otros, porque los otros, como a menudo consta, son los que disparan. Tal se ha visto ayer en la localidad de El entrego, Asturias, donde un joven de 25 años fue abatido sin contemplaciones por uno o dos sujetos de etnia distinta. ¿Quiénes son los racistas? ¿Quién, en este país que concede tantos derechos al delincuente como al honrado, se permite circular sin permisos de conducir, sin revisión de vehículos, sin tarjeta de seguro y sin otras obligaciones que a los otros, a los contribuyentes, no se les permite y, porque no se les permite, lo pagan caro si se les descubre sin ninguna de estos requisitos ?
¿Hay que seguir hablando de racismo? Porque si hay que seguir hablando de tal cosa, habría que hablar de lo que hay, de verdad, en este país, que no sé si es de charanga o de qué es. Pero aquí, a las leyes, les tienen tomada la medida demasiados individuos, por eso ocurre lo que ocurre y son más privilegiados los "hunos" que los otros.
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