jueves, 25 de septiembre de 2008

SOBRE EL POETA DE ASTURIAS


Tertulianos : para hablar
de los poetas de Asturias,
hay que saltar viejas murias
y comenzar a otear
qué poetas a citar

pudo haber en diez centurias
de la Asturias secular...
¡Déjense de elucubrar
y de contar sus lujurias,
que, para citar a poetas,
no valen tratos ni tretas,
ni negar a otros las furias
más allá de las cuartetas...
Déjense, pues, de puñetas
y acepten que sus incurias
son eso, las jugarretas
que extienden y que procuran
alargar, porque así duran,
para honrar y para honrarse,
glosas mil, que inmerecidas
prodigan sobre otras vidas
que les han de reportar

con páginas bien nutridas,
dividendos sin parar...
Pero para hablar de Asturias,
desde el principio hasta el fin,
no sirve contar penurias
mientras exista Camín,

el Poeta sin confín

que, por tan recio y sonoro,

todo su verso es de oro

con ecos de paladín...
Por tanto, no debe concluirse sin insertar del Poeta de Asturias, Alfonso Camín, uno de sus sonetos, rotundos, sonoros, únicos, además de decir --una vez más--que fue Camín el precursor de la Poesía Afrocubana; que es autor de "Los poemas de México", fue periodista y fundador de la revista NORTE , autor de cerca de un centenar de libros, de diversos géneros: prosa y verso, historia, novela, biografías, demostrando su fecundidad emparejada a su calidad inigualable en el verso y en la inspiración. De él es, pues, el soneto "El castaño", árbol totémico de Asturias, que viene ahora.

Aunque la filoxera pudre su dócil seno
y en el corazón hueco hay musgo y podredumbre,

sigue siendo un patriarca que indiferente al cieno,
y a la muerte,se yergue como un Cristo en la cumbre.


Con dulzura apostólica oye en la noche el trueno

que fulmina sus brazos con la bélica lumbre;

pero él sigue en la cumbre, pensativo y sereno,

igual que el Nazareno frente a la muchedumbre.

Así pleno de otoños, bajo el tiempo, el castaño
muestra el fruto y las hojas como un manto de rizos;
y antes que en el sepulcro vaya cayendo el año,

suelta al viento de octubre sus risotadas locas,
mostrando al Sol abiertos su tumulto de erizos,
lo mismo que si fueran más de un millar de bocas...

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